La segunda razón reside en “el baile de posiciones –¿de disfraces?– al que asistimos”. Así podemos ver a socialistas ilustres, como Maragall, apostando por Mas. A ministros socialistas, como Corbacho, poco menos que deseando un gobierno sociovergente. A prácticamente todos los partidos que integran el tripartit, diciendo pestes del invento. A un Montilla, que no quiere ver a Zapatero por Catalunya ni en pintura. A un PP, tratando de situarse en una absurda posición de equidistancia entre los dos partidos con opción de gobierno, sin entender que ninguno de los dos le quiere para nada. Y la irrupción de partidos separatistas, con Laporta, Carretero y lo que queda de Esquerra, tan antagónicos entre ellos, que van atomizando con sus rencillas de patio de colegio, cualquier opción para su causa.
La última de estas absurdeces la ha soltado Montilla que en un intento de seguir cogiendo votos de todos los caladeros posibles, se autodefine como “catalán y español, pero no españolista”… Vamos, que si no es españolista, será culé.
No hay comentarios:
Publicar un comentario