Hasta
hace bien poco, con la pose en cuestión, asomaba lo que desacertadamente
llamaban los “entendidos” el tirachinas, pero resulta que el tanga, que es la
forma correcta de denominarlo, ha quedado reservado, por
la moda, a las demodés indeseables, y está en imperioso desuso puesto que
ninguna chica, señorita o señora de buen gusto que se precie, lo luciría sin
arriesgarse a ser expulsada de cualquier evento social de alto standing.
Lo cierto
es, que en este impasse en el que el tanga ha sido prohibido y la braga-faja no
se afianza como sustitutivo de garantías, a algunas les ha pillado la transición
con el pie cambiado… o más bien con el culo pajarero. Es
el caso de la televisiva Cristina
Pedroche, que el otro día cubriendo (sin cubrir mucho) la presentación de la
obra de teatro “De cintura para abajo”
(que ya tiene delito el título y el suceso), se agachó a recoger algo del suelo
y mostró, involuntariamente, la ranura de los cuartos traseros. Ni que decir
tiene que los reporteros que se encontraban allí se pusieron a sacar instantáneas
con fruición, demostrando lo atentos que estaban al acto y lo que les
interesaba la presentación de la obra de marras.
Vayan un par de décimas-espinelas con cuarteta de
moraleja para ilustrar el incidente:
Esta rima no es reproche
al escote de detrás,
que del pantalón al ras
asoma haciendo derroche
de la hucha de Pedroche;
culo, que en cuanto se agacha,
de libertad, se le empacha
y enfilando le hace asomo,
enfriándole en el lomo
de tanto que se despacha.
No critico, ni censuro.
Que aproveche y que se agache
hasta que se deshilache
el pantalón, y seguro,
que enseñará el lado oscuro
si esas son sus intenciones.
No seré yo quién le invite
a no hacerlo, aunque eso evite
un gran dolor de riñones…
No acortes mucho la falda
que hasta el cuarenta de mayo,
si coges frío en la espalda
te dolerá hasta el desmayo.
1 comentario:
La moda que usted relata
a la mujer causa engorro,
mas ¿valdrá para el ahorro
esa hucha de culata?.
Sin duda que no es barata
la ropa de esa factura
pero si es buena la hechura
de la mujer que la viste,
ningún hombre se resiste
a echar en esa ranura.
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