martes, 5 de octubre de 2010

QUE ABORTO DE GOBIERNO


Pronto se estrenará en cines españoles el documental pro-vida “Blood Money. El precio de una vida” que muestra el increíble negocio de las clínicas abortistas en el mundo y el dinero que esa lucrativa actividad reporta a esta luctuosa industria. El Ministerio de Cultura ha clasificado el documental con la graduación “para adultos”, con lo cual se produce la paradoja de que en este país, una niña de 16 años podrá ser lo suficientemente mayor para tomar la decisión de abortar o no, pero no lo suficiente para poder ver este documental.









Doña Bibiana lo dijo.
En la crucial decisión
de poner “interrupción”
a la vida de su hijo,
no hay enredo, ni entresijo,
ni mayor impedimento
a una niña (no les miento),
que tener los DIECISÉIS.
Es muy fácil, como veis,
sin el menor escarmiento.

Y sus padres, sin derecho,
mientras que ocurre este hecho,
tan siquiera a protestar.

Y no lo podrán creer,
pues para el mismo gobierno
(que de vileza está enfermo),
DIECIOCHO ha de tener
si es se que quiere ir a ver
al cine, un documental,
la niña, que sí podía
abortar si ella quería,
sin permiso parental.
¿Les parece eso normal?

Moraleja divertida
se extraería de estos hechos,
si no fuera por la vida
que se pierde…sin derechos.

4 comentarios:

aspirante dijo...

Y no será que la damisela es parte interesada en el negocio abortero?

iMpERtiNENtE iNtERMitENtE dijo...

¿Cuál damisela, la del bombo o la ministra?

aspirante dijo...

La ministra, o lo que sea.
La del bombo es la pagana, involuntaria enriquecedora de la casta.

iMpERtiNENtE iNtERMitENtE dijo...

Ah, es que me había perdido,
sin duda por su cautela,
al usar "la damisela"
refiriéndose a la Aído,
que es lo que me ha confundido.
El término, tan elegante,
que ha usado, amigo Aspirante,
ya no cuadra, ni le pega
a la ministra, estratega
de ley tan espeluznante.

 
STATS
impertinenteintermitente por P.V.I. se encuentra bajo una Licencia Creative Commons BY-NC-SA (Pueden mandar un comentario a cualquier artículo para ponerse en contacto con el autor, añadiendo una dirección de e-mail a la que poder remitir su respuesta).