lunes, 15 de febrero de 2010

TAMBIÉN SOMOS DEL VIENTO

"Nuestro planeta pertenece al viento", según un "insigne" gobernante. Y supongo que si al viento pertenece el continente, al viento pertenecerá el contenido. Vamos que, todos somos criaturas del viento. En Catalunya, mi tierra, la “alosa becuda”, o más propiamente el Chersophilus duponti, el ricotí… pertenece a nuestros vientos leridanos, o mejor dicho, pertenecía. Ya no. Esa graciosa avecilla a la cual la evolución dotó con gran capacidad de adaptación a los entornos más hostiles, a los más agrestes campos, a las sequías más terribles… ésa de la cual quedaban apenas 6 parejas en nuestras tierras el 2006 (Centre Tecnològic Forestal de Catalunya dixit) ha sido exterminada. Desaparecida. Finiquitada. Caput. Pero alegrémonos, la extinta polluela, no fue maltratada, ni vejada mientras duró. No había ninguna tradición que fomentara su existencia con el fin alevósico de hacerla sufrir… no era símbolo de nada, ni de nadie. Su silueta no adornaba los coches patrios… Era prescindible… Ese pequeño animalito (como tantos otros) no fue digno de nuestra defensa. No hubo firmas por el ricotí. Descanse en paz.

El toro de lidia es un animal artificial, creado y modificado genéticamente para finalizar su vida en la plaza, y desde luego sus días como especie estarían contados de no existir las corridas. Otra solución no sería natural, y por tanto sería contra la Naturaleza. Así mismo, el hábitat que rodea al toro durante su crianza, tampoco sería sostenible cuando desaparecieran y peligrarían mucha flora y fauna que se ven indirectamente protegidos en este statu quo. Entre otros, muchos pajaritos parecidos a la fenecida alosa catalana.

Catalunya tiene como santo patrón un caballero, Sant Jordi, al que la iconografía representa atravesando con una lanza el pecho de un dragón que muere desangrándose a los pies de su caballo. Nos lo cuentan de pequeñitos en el cole, como una gesta heroica. Como tal, la rememoramos año tras año en una fiesta que traspasa nuestras fronteras. Regalamos a nuestras féminas una rosa, que simboliza la sangre derramada por la bestia moribunda. Pero eso no es apología del maltrato animal. Es tradición.

Me considero una persona sensible, no tanto como Hemingway, Picasso o Goya y tantos otros artistas, pero sensible. Y en cambio, me precio de ser aficionado taurino, y catalán, y NUNCA he ido a una plaza para ver sufrir a ningún animal. Y creo que nadie vaya a los toros por conseguir eso, sino con otros fines. De hecho detesto cuando desafortunadamente el sufrimiento del animal es demasiado ostensible. Como todos los aficionados. Por tanto, estoy convencido que no hay apología del sufrimiento animal.

Nuestra capital, Barcelona, ha sido históricamente espacio taurino de importancia. La única ciudad del mundo donde han coincidido a la vez dos cosos taurinos de primera categoría... La plaza del Torín (no existe en la actualidad) en la Barceloneta existió a partir del 1834, la Monumental fue inaugurada en el 1914, la de las Arenas (reconvirtiéndose en la actualidad) en 1900. La Generalitat, como la entendemos ahora, por poner un ejemplo, es de 1931. Barcelona, junto con Madrid, son las dos únicas ciudades con toros durante todo el año. No pocos catalanes ilustres defienden la Fiesta. Presidentes de la Generalitat, desde Companys, a Macià, hasta al actual, Montilla, han sido grandes aficionados… Pujol, que no lo es, cuenta con la medalla de oro al mérito taurino, galardón que recogió gustoso el 3 de diciembre de 1986. Pintores como Miró, Dalí o Tàpies, arquitectos como Coderch de Sentmenat, escritores como Pere Gimferrer o Victor Balaguer, cronistas taurinos como el brillante periodista Néstor Luján, artistas como Serrat, o Boadella, historiadores como Sobrequés, etc… han sido o son grandes partidarios. Aquí han triunfado desde Chamaco a José Tomás, y desde el 98 existe una escuela taurina.

Pero no se detiene en Barcelona la tradición catalana por los toros, recuerdo la defensa al “correbou” tarraconense, existen cosos en Tarragona, Gerona, Olot y Lloret. Y en la Catalunya francesa (donde no existiría la supuesta opresión centralista del Estado Español…) hay algunos y bastante importantes como Bourg-Madame, Céret o Colliure. Resulta paradójico y explicativo, que hayan sido “los otros catalanes”, los franceses (sin afán independentista, por tanto), los mayores defensores de la fiesta en estos momentos en que se debate su prohibición en la Catalunya española. Recomiendo leer al filósofo galo Francis Wolff, que es un tipo brillante, sensible, culto y no-español… en este sentido, todo lo contrario al estereotipo con el que nos definen nuestros detractores.

Y me detengo en la palabra PROHIBICIÓN, como la clave del asunto. Unos catalanes quieren prohibir, O SEA IMPONER a otros sus principios. Los argumentos son:
• La defensa del animal, que no lo es, porque el triunfo de la propuesta significaría la desaparición de dicha especie.
• Evitar la apología de la violencia contra los animales, cosa que solo entiende así, quien no sabe lo que es una corrida de toros (me mantengo en que no es un espectáculo cuyo fin sea ver sufrir a un animal)
• Solo quedaría la liberación contra una tradición impuesta por el Estado Español… Pero qué pasa con la "Catalunya francesa", son lugares que no han sido “oprimidos”, pero con gran tradición taurina, demostrando la internacionalidad de la tauromaquia.

También somos del viento, déjennos vivir. Prohíbamos prohibir por una vez, y si hemos de desaparecer un día, por anacrónicos... lo haremos sin armar ruído. Por ese camino íbamos, como el ricotí, hasta que se pusieron pesados ustedes, hasta que les entraron las prisas. Así a lo bruto, por el "ordeno y mando", es más difícil aceptar la propia desintegración.

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